Denunciar nuestra situación

En pleno fiasco de la conexión ferroviaria entre Valencia y Castellón, el “peor servicio de Renfe en España”. Donde la operadora estatal renuncia a su propio medio de transporte y recurre a gestionar buena parte de las cercanías mediante autobús, añadiendo el incumplimiento de los plazos fijados en la conexión de Alta Velocidad entre Madrid y Castellón.

La operadora estatal y Adif inmersas en el descomunal jardín en el que se han metido, con la inadecuada decisión de aplicar, lo que algunos llaman el “tercer hilo”. Al que cabe añadir la amnesia del ejecutivo en un asunto tan vital como es el “corredor Mediterráneo”.

Abundando en este tema, deseo adjuntar el articulo de Salvador Enguix publicado por La Vanguardia el 10 de julio de 1916 con el título de “La Tortura del Euromed una estrategia de Estado “, con el objeto de que el lector se sitúe y tome conciencia sobre un problema con el que nos identificamos plenamente.

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Líneas AVE , y previsiones de ejecución

Salvador Enguix manifiesta:

El reportaje lo publiqué el 3 de julio del 2003. Se titulaba “Valencia-Barcelona, tan cerca, tan lejos”. Con el apoyo total de Enric Juliana, director adjunto de La Vanguardia y la colaboración de Josep Vicent Boira, entonces director de la cátedra Ignasi Villalonga, iniciábamos una serie de informaciones sobre el desequilibrio en comunicaciones ferroviarias que sufría el Mediterráneo respecto al resto de España. También para reclamar el corredor mediterráneo, entonces una idea que aún no formaba parte de los programas, ni del discurso, de los líderes políticos de Catalunya y Valencia.

Ese desequilibrio se confirmaba comparando la ruta ferroviaria entre estas capitales con las excelentes conexiones, vía AVE, entre Madrid y el resto de capitales españolas. Un ejemplo que ya usábamos entonces: ir desde Valencia a Madrid en alta velocidad tenía una duración, y tiene, de una hora y treinta minutos: mientras que entre Barcelona y Valencia, con una distancia similar, era, en aquellas fechas, de dos horas y 50 minutos. Han pasado 13 años desde aquel reportaje, y la línea ferroviaria entre Valencia y Barcelona en lugar de haber mejorado es hoy más lenta que entonces (casi tres horas y media), con continuos retrasos a causa de múltiples factores, con 40 kilómetros de vía única en Tarragona (única, es decir, peor que en las regiones más subdesarrolladas de África o India) y sin claras esperanzas de mejorar en los próximos años.

Me he animado a escribir este post por los dos reportajes que han publicado El Confidencial, con artículo de Víctor Romero, y Valencia Plaza, con artículo de Estefanía Pastor, con excelente acierto crítico. En ambos se denuncia la situación de una línea tercermundista con dos imágenes, casi metafóricas, adecuadas: “el tren del infierno” (el Confidencial) y “el tren de la vergüenza” (Valencia Plaza). Se trata de una línea que usan (yo también) centenares de miles de pasajeros al año, y que conecta la segunda y tercera ciudades de España. Pero que por una serie de factores – políticos, sociales y también económicos – que más adelante comentaré, ha logrado convertirse en toda una pesadilla. Más aún, moverse entre ambas capitales es hoy un problema; porque a la deficiente conexión por ferrocarril, se suma la inexistencia de vuelos y el carísimo peaje de las autopistas (no hay peajes entre las autopistas de la Comunidad Valenciana y Madrid). Víctor Romero citaba un comentario que yo le había hecho para su reportaje, y es el éxito de bla bla car en este trazado. Lógico.

La España radial

Visto con perspectiva, no es suficiente abordar esta realidad sólo desde la evidencia de la “España radial”, en la que Madrid es el epicentro de todas las comunicaciones, por ferrocarril, por autopista y también aéreas. Existen otros corredores en España, en el Norte, la conexión Zaragoza-Barcelona, las intercomunicaciones entre capitales andaluzas, como ejemplos, con mejores conexiones ferroviarias que aunque no desvirtúan la denuncia de la España radial sí apuntan a que en el caso de Barcelona y Valencia hay algo más. Y este “algo más” es una clara voluntad política desde el inicio de la Transición por dificultar la fluidez del tráfico de pasajeros y mercancías entre ambas autonomías.

Las razones son obvias: distanciar a valencianos y catalanes, con todo lo que esto significaba y sigue significando, porque supone fracturar las comunicaciones entre dos pueblos con muchas cosas, e intereses, en común. Nada hay que ponga más nerviosas a las estructuras del Estado que la posibilidad de que ambas autonomías unan fuerzas para reivindicar cualquier cosa, desde la financiación hasta mejores conexiones ferroviarias. La pretensión del Estado, en esta cuestión, ha encontrado siempre excelente colaboración en sectores de la derecha regional valenciana y en la desconfianza, en ocasiones aderezada de temor, de amplios sectores de la sociedad catalana.

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Ave Madrid á Valencia , Archivo Treneando-Mikel Iturralde

La prioridad era el AVE a Madrid

El problema se ha generado, además, con la estrecha connivencia con el Estado, durante años, de los valencianos y catalanes. Para ambos, la prioridad fue siempre la conexión con Madrid, vía AVE. Y en eso se emplearon a fondo las patronales y la clase política, de ambas autonomías. Fue tal el esfuerzo (en Valencia se creó la Fundación-pro AVE) que la conexión con Barcelona, con Europa, con alta velocidad nunca supuso una prioridad, y ahora, cuando ya no hay fondos para grandes obras (de la UE, entre otros) algunos se rasgan las vestiduras.

Cierto es que desde hace unos ocho años ha habido una gran movilización de la sociedad civil por el corredor mediterráneo, y la sigue habiendo. Pero la jugada del Estado ha vuelto a ser de juzgado de guardia: se planteó, y se acordó, con la connivencia del PP valenciano, un sucedáneo de corredor con un tercer hilo (no el de doble vía de pasajeros y mercancías), del que no se sabe cuándo acabará (estaba previsto para el 2015) y que generará terribles problemas en una línea saturada, antigua, problemática y a la que Renfe presta atención sólo cuando los incidentes son graves. Mientras, se siguen invirtiendo miles de millones en el AVE de Galicia o en la construcción de nuevas estaciones de Alta Velocidad en lugares sin ninguna lógica. Como siempre dice Josep Vicent Boira, el criterio político siempre ha ganado al criterio de la productividad y la riqueza.

Competencia entre catalanes y valencianos

Siempre he tenido la convicción de que en esta cuestión los lobbyes catalanes y valencianos han pensado en el pasado sólo en sus propios intereses tomando como referencia la capacidad de comunicarse con Madrid. Con el tiempo, la sociedad civil valenciana es la que más ha entendido el error de no haber dedicado fuerzas a la conexión catalana y europea. Y no son pocas las sospechas de que sectores catalanes como el lobby del puerto de Barcelona no tiene, digamos, interés en que se acelere el corredor mediterráneo. La jugada es doble: evitar que el puerto de Valencia mejore sus conexiones ferroviarias con Europa y, también, con Zaragoza.

No hay suficientes datos para confirmarlo, pero lo obvio es que el puerto de Barcelona ya está conectado por ancho europeo con Europa, que desde Barcelona se puede ir con Alta Velocidad hasta París y que Fomento está invirtiendo en la conexión ferroviaria entre Barcelona y Zaragoza. Al menos, uno puede tener ciertas sospechas, pues ninguna buena noticia llega a Valencia cuando de infraestructuras de ferrocarril se trata; desde hace mucho tiempo.

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Unidad Euromed Valencia á Barcelona. Archivo JPT

Pesimismo hacia el futuro

La Comunidad Valenciana está, en este sentido, cortocircuitada en su capacidad de comunicar personas y mercancías con Catalunya y con Europa. Los valencianos y las empresas valencianas, entre estas la Ford , sufren un déficit de infraestructuras lacerante y que amenaza con dañar sectores estratégicos de la distribución, que es uno de los sectores que más han crecido en la Comunidad Valenciana. No son pocas las empresas de servicios valencianas que comienzan a operar desde Madrid en lugar de hacerlo desde Valencia a causa de estas dificultades.

En paralelo, decenas de miles de valencianos, y de catalanes que vienen a Valencia, son tratados como ciudadanos de segunda, con una red ferroviaria que es un insulto a la modernidad. Seguramente no existe en la Europa moderna ninguna línea de ferrocarril con tan nefasta infraestructura. De alguna manera, los valencianos sufrimos una línea del siglo XVIII en pleno siglo XXI.

Bien está que la Generalitat Valenciana y la Generalitat Catalana creen observatorios del corredor mediterráneo. Pero o cambia la estrategia y el tono, de forma coordinada, o me temo que los valencianos vamos a seguir sufriendo durante años un calvario que a algunos les está generando una enorme incomodidad. Justamente lo que el Estado ha querido provocar durante años, lográndolo, con la complicidad de algunos y la apatía de muchos. Lo pagaremos caro.

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Servicio de tren en Valencia , archivo Treneando-Mikel Iturralde

Hemos expuesto un asunto delicado sobre el que tenemos que concienciarnos , para evitar que en el futuro las decisiones sobre el ferrocarril en nuestra región, sean tomadas por el ejecutivo (Fomento) con la seriedad y contundencia que todos los valencianos merecemos y deseamos.

Juan Peris Torner, Agosto 2016