Antonio Arcusa Calatayud , de profesión ferroviario

Dentro de mis escritos alusivos a la celebración del 125 aniversario del “Tranvía a Vapor de Onda al Grao de Castellón de la Plana” (TOGC) conocido popularmente como “La Panderola”, quiero recordar a Antonio Arcusa Calatayud, uno de los que, entre tantos, contribuyó a que aquello funcionara.

Cuando era un crio, vivíamos frente al Kiosco situado en la Plaza del Rey Don Jaime, posteriormente Avenida del Rey Don Jaime I, donde todavía se conservaban los respiraderos y las entradas del refugio, restos de la reciente guerra incivil española. Entre mis vecinos, dos eran muy singulares, uno de ellos el pastelero Flors, de eterno recuerdo porque nos obsequiaba con alguna de sus exquisitas “puntes de diamant”; y por otra parte Don Antonio Arcusa Calatayud, Jefe de Talleres del Tranvía a Vapor de Onda al Grao de Castellón (La Panderola) y de su hija Merceditas Arcusa, locutora de la emisora la Voz de Castellón.

Aquellos eran tiempos muy duros; recién terminada la guerra, llenos de penurias, eran los años del estraperlo, de la Fiscalía de Tasas, de las cartillas de racionamiento y del inicio de la recuperación.

Uno de los mayores problemas era el mantenimiento y recuperación de los medios de transporte, entre ellos del Tranvía a vapor de Onda al Grao de Castellón de la Plana (TOGC), único medio válido para articular los desplazamientos al Grao de Castellón y a las playas, así como a las localidades de la Plana; contribuyendo al traslado de cítricos y azulejos al puerto de Castellón, y a su embarque con destino a la exportación.

01

Antonio Arcusa Calatayud, Jefe de talleres del Tranvía a vapor de Onda al Grao de Castellón.

foto: Juan Peris Torner

El Tranvía a Vapor de Onda al Grao de Castellón de la Plana (TOGC) fue explotado precariamente, durante un tiempo, por una dotación del Regimiento de Ferrocarriles, hasta octubre de 1939; poco antes, un Decreto del 3 de septiembre de 1939 transfirió la línea al Ministerio de Obras Públicas, confiando su funcionamiento al ente “Explotación Ferrocarriles por el Estado”; cuya primera actuación se tradujo en la recuperación del material móvil, restauración de vagones y locomotoras; al ser esta una línea sobreexplotada por su cercanía al frente de batalla, estabilizado en Nules, y muy próximo a su itinerario. El primer cuadro de servicios regulares del TOGC no se estableció hasta el 4 de septiembre de 1940, cuando ya se cumplían dos años de la entrada en Castellón de las tropas del General Aranda.

Para llevar a cabo esta recuperación, D. Alejandro Mendizabal Peña, ingeniero de Caminos Jefe de la Explotación de Ferrocarriles por el Estado, tuvo el acierto de trasladar al Grao de Castellón, como jefe del depósito del TOGC, a Antonio Arcusa Calatayud, que se encontraba ocupando el mismo cargo en el ferrocarril de Murcia a Mula y Caravaca.

02

Alejando Mendizabal Peña, ingeniero de caminos jefe de la Explotación de Ferrocarriles por el Estado. Foto cesión de Angel Mendizabal Aracama

La llegada de Antonio Arcusa Calatayud en 1941 al TOGC, ,permitió a la línea contar con el concurso de un verdadero “cheminot”, dedicado en cuerpo y alma a la recuperación y conservación de la infraestructura básica y del material móvil, gracias a sus conocimientos mecánicos de las locomotoras, avalados por su dilatada experiencia ferroviaria.

03

Ingenieros y directivos de la Explotación de Ferrocarriles por el Estado, en el Grao de Castellón , c. 1950, a la izquierda de la locomotora Antonio Arcusa Calatayud.

Fondo : Juan Peris Torner

Nacido el 17 de junio de 1884, en Alcañiz (Teruel), hijo de un contramaestre industrial, después de cursar sus primeros estudios en los Escolapios de Alcañíz, en 1907, con tan solo 13 años ingresa como aprendiz en los talleres del Ferrocarril de Puebla de Hijar a Alcañiz, primero de los incorporados a la explotación directa por el Estado, bajo la dirección de la 2ª División de Ferrocarriles. En 1910 asciende a la categoría de ayudante tornero montador y posteriormente a la de tornero montador.

04

Deposito del Grao de Castellón ,

foto : Ferran Llauradó

En 1914 pasa a ser fogonero autorizado de locomotoras y posteriormente se le autoriza para su conducción. En 1934 pasó a ocupar el cargo de Jefe de Depósito del Ferrocarril de Murcia a Mula y Caravaca, también explotado por el Estado, donde permanece hasta el 12 de febrero de 1941, año en que pasa a hacerse cargo de los talleres y depósito del TOGC, en el Grao de Castellón.

En el depósito del Grao de Castellón, gracias a su labor se recuperaron algunas de las locomotoras y se transformaron en vagones las unidades automotoras térmicas de gasolina, suministradas en 1927 por la “The Motor Rail & Tramcar Cº Ltd” dadas de baja, y que en opinión de Antonio Arcusa, haciendo referencia al elevado consumo de gasolina, me manifestó en una ocasión que, “si el mar hubiera sido de gasolina, hubieran secado el mar”.

Su dedicación al perfecto estado de la línea y del material móvil, fue exquisita, permitiendo reparar en los talleres del Grao de Castellón, material móvil de otras compañías, entre ellas de las Juntas de Obras de los puertos de Alicante y de Castellón, del Ferrocarril de Carcagente a Denia, y las procedentes del Ferrocarril del Bajo Amprudan ( Palamós Gerona a Bañolas).

Aunque su retiro le llegó en 1955, siguió al frente del depósito del TOGC, hasta el 1 de abril de 1959. Coincidiendo con el ingeniero de Caminos, José Iglesias y Valiente, otro singular personaje, que compatibilizó su cargo de ingeniero del puerto de Castellón con el de ingeniero de la línea del Tranvía a vapor de Onda al Grao de Castellón de la Plana (TOGC); siendo artífice del famoso apartadero del Ingenio, que permitió doblar la cadencia de la circulación de trenes entre Castellón y el Grao, gracias a un estudiado talonamiento de los desvíos, sin recurrir al establecimiento de la doble vía, ni dedicar personal a la maniobra.

Para los que visitaron a Antonio Arcusa en los talleres del TOGC y para los que tuvimos la oportunidad de convivir con él en el seno de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Castellón, nos queda el grato recuerdo y las enseñanzas de un verdadero maestro y amigo.

Para concluir esta sucinta cita, sobre su persona, emplearé la expresión “au y a correr” con la que Antonio Arcusa despedía a las locomotoras cuando salían de una reparación o de un levante en el taller.

 

Juan Peris Torner, Agosto 2013